domingo, 14 de octubre de 2012

De vuelta a las (j)aulas


    Nos pasamos la vida reprimiendo la libertad de los niños. Abusamos del poder que como adultos presuponemos que nos corresponde y en aras de su bienestar o de un futuro prometedor, de un mañana en el que serán personas "bien educadas", nos cargamos la infancia. Por culpa de nuestros miedos, de nuestras frustraciones, de nuestra infelicidad, de nuestro "querer aparentar"... descargamos en ellos todo nuestro malestar. Entiendo y supongo que inconscientemente.

    Nos pasamos la vida enjaulándolos, apartándolos de nosotros cuando nos necesitan y llamándolos cuando no vienen porque ya se han ido. El otro día leí no sé dónde que la maestra llamó a tutorías a una familia porque tenía que "mandar a callar" a su hija muchas veces en clase. Pero curiosamente luego les recomendó que para mejorar su fluidez verbal le dieran la máxima conversación posible ¿? También encierran su voz , su emotividad, su pensamiento... Represión y más represión.

    Se aparcan a los niños en el colegio. Muchas familias pensando además que es lo mejor para ellos. Al igual que piensan que es malo cogerlos en brazos o atender su llanto, entre otras muchas cosas. Pero, empecemos por el principio.

    Nacemos y nos meten en una cuna de plástico esterilizada en el hospital. Nos llevan en un maxi cossi de última moda, o en un Moisés hasta casa. Para dormir, en una cuna con barrotes. Para jugar durante el día, en un parque de juegos. La siesta en la mini cuna, el paseo en el carrito, a comer en la trona... Con pocos meses a la guardería, sin mamá, ni papá ni ninguna figura de apego familiar (o no), con unos exteriores perfectamente vallados. Por las tardes, al parque: de nuevo delimitado y "acordonado". Más "mayorcitos" (con sólo tres años) al colegio que, por cierto, recuerda incluso en su estructura arquitectónica a las fábricas y las cárceles: ¡Qué casualidad! Largos pasillos o patios interiores que albergan galerías en varias plantas con clases llenas de presos... Digo, de niños, que se mueven a golpe de timbre -o se quedan sentados esperando al nuevo profesor- (cuando quizás están más entusiasmados algunos, otros no: los que están deseando que acabe, que son la mayoría) para cambiar de tarea o asignatura. Un ratito para el esparcimiento y desayuno (el bocadillo de la fábrica o el patio de los reos) y a seguir. Después las actividades extraescolares, que paradójicamente, muchas de ellas son el "refuerzo" de las escolares. Otras muchas, no elegidas por los niños y algunas en las que se divierten. ¿Dónde está el tiempo libre? ¡Ah! No se preocupen porque seguro que después de hacer los deberes, sus padres les dejarán ver un par de horas la televisión. La cena, la ducha (si es posible a la misma hora siempre), a ver los Lunnys y a dormir "(...) que tus padres quieren vivir". Como diría la sintonía de "El Hormiguero".

    El verano casi siempre es otra cosa: vacaciones, tiempo libre, naturaleza, playa, correr, saltar, leer y hacer lo que al niño le apetece, le gusta y quiere. No hay tantas barreras. Y los padres, algo menos estresados del trabajo diario, los objetivos y el horario, se dejan llevar y a veces hasta son felices incumpliendo las normas con sus hijos.

    Es normal que haya tantos llantos, depresiones y problemas de todo tipo cuando los niños están de vuelta a las jaulas. 

   Para reflexionar un poco, vamos. Otro día (mañana mismo, porque el cole da mucho de qué hablar) ahondaremos en estos asuntos. Es sólo... "un poné", digamos. Digamos los andaluces, ya saben, claro.

3 comentarios:

Ana Cotarelo dijo...

"Personas Bien educadas"... el otro día, en un ataque de estupidez, uno de tantos, le dije a mi hija (cumple 3 años en noviembre). Que no se hacía ruido al comer la sopa, que había que tener "buenos modales" en la mesa. Evidentemente, aquello le sonó a chino, y no se molestó ni en preguntar, ella continuó comiendo sopa haciendo ruido, y yo pensando el resto de la comida, la cantidad de estupideces que les pedimos a los niños todos los días. Tu entrada en el blog me ha recordado la anécdota. El reprimir su libertad, enjaularlos... ¿qué derecho tenemos a moldearlos según nuestro criterio?

Kiko Valle dijo...

Hola Ana.

Mi hija cumple 3 años en enero. Y a veces también "disparo" tonterías por el estilo. Intento no hacerlo, pero lo aprendido... Eso sí, rectifico si me doy cuenta e incluso le pido perdón o le digo que me he equivocado con la "sugerencia" jeje.

Hace poco me pasó con la luz de la mesita de noche en el dormitorio. Mi hija tomándose su tetita tan tranquila, apago la luz y me dice: " Papá, deja la luz". Y voy yo y le suelto: "No hija, que entran los mosquitos" El balcón cerrado. Se gira y me dice: " ¿Por dónde? " . -"No te preocupes: la dejo encendida" ¡Qué más dará que se duerma o no con algo de luz cuando le apetezca! jejeje

A medida que va creciendo, me pone delante de mis narices las razones más sencillas y su sentido común ante aquellas cosas simples que les reprimimos sin un porqué justificado. Afortunadamente intento darle mucha libertad y dejarla ser, pero como ya digo, en ocasiones se me va la cabeza y las estupideces se escapan.

Como diría Chiquito de la Calzada: "Una mala tarrrrde la tiene cuarquiera" jeje. No somos perfectos ni lo seremos, pero aspirando a ser mejores día a día se consigue mucho.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Te escribí en otra entrada sobre el comportamiento ahora me ceñiré al tema.
Mi hija de 9 años odia el cole. Dice que se aburre y lo cierto es que su profesora es muy rígida. A la antigua usanza. Clases magistrales de una hora en la que la profesora explica 15 minutos y luego ellos copian y hacen los ejercicios, y así 5 horas al día!!! Nada de dibujos, nada de creatividad que ella considera que eso es perder el tiempo...
Sinceramente no me extraña que mi hija se aburra y no rinda. Le cuesta mantener la atención y acabar sus tareas en el cole.
Lo que no acaba en el cole hay que hacerlo en casa, más los deberes que son para mí excesivos, más estudiar... apenas tiene tiempo libre. Yo he pedido reducción de jornada para estar más tiempo con ella e intentar motivarla un poco, pero para ella es una tortura.
Considero que los deberes son una carga excesiva y que solo sirven para provocar conflictos entre padres e hijos.
Me gustaría tener tiempo para reforzar las tareas del cole de forma divertida, pero entonces estaríamos 12 horas del día con el tema escolar!!!

No es justo, se pasa 5 horas en el cole, más 1 de lo atrasado, más 1ó2 de deberes, más estudiar... ¿hay derecho a esto? Se cargan la infancia totalmente...

Esta es mi opinión. Mi hija no puede con ello, está sobrecargada. Entre su carga emocional y el cole, está agotada y totalmente desmotivada.

Espero tu respuesta. Otro artículo genial
Un abrazo,

Trini.

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