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lunes, 14 de noviembre de 2011

Queridos Reyes Magos: No he sido bueno.

    Otra vez la dichosa pregunta: - ¿Cómo te has portado este año?. Vuelve a repetirse. Una y otra vez. Retintinea en mi cabeza la maldita pregunta: - ¿Has sido bueno? Si no, los Reyes te traerán carbón. De nuevo mentimos, insistiendo otro año más en mantener a perpetuidad la preguntita. Se la hacen sus padres, sus hermanos, los amigos, los familiares... Desde una posición altiva, casi amenazante. Entre amenazante, irónica y "graciosa". Detrás de una sonrisa y por supuesto con buen fin. Pero... ¿No nos damos cuenta?



    El niño alza su mirada pensativo y con una mezcla de estrés, nerviosismo e ilusión, contesta lo que le parece. Casi siempre es un sí rotundo. Si no, le traerán carbón. Y claro. ¿Para qué quiere él carbón? Él quiere juguetes. Pero sabe "que no ha sido bueno" porque ya se han encargado de avisárselo y recordárselo miles de veces, especialmente en vísperas de Navidades, cuando en los catálogos de los centros comerciales y las jugueterías están los cacharros que desean y que seguro le traerán a su compañero de clase, al colega del conservatorio, a la niña con la que juegan en el parque.

    Y "no han sido buenos" porque no han hecho su cama veintiquince veces en el año, no han recogido la mesa otras taitantas, se pelearon cuatro veces y media, dijeron diecicuatro palabrotas, no se comieron lo que le asignaron de comida otras cuantas o no respetaron las reglas que pintaron en la cartulina que hay colgada en su casa desde que algún psicólogo mediático instauró el carné de hijo ideal por puntos (a la hoguera el cartel  y al Defensor del Menor el programa deberían ir, por favor ). Por eso, se consideran malos. No ya sus padres, que saben que sus hijos son los mejores del mundo, sino ellos mismos, que ya lo han escuchado lo suficiente como para creérselo.

   Basta de mentiras y chantajes para que nuestros hijos hagan lo que nosotros queramos. Comprando sus comportamientos con regalos estamos inculcándole valores poco deseables. Le vamos a comprar sus juguetes por Reyes igualmente. A lo sumo, le ponemos carbón dulce para hacerles una broma. Hayan o no sido buenos (siempre lo son). Se hayan o no comportado como nosotros queríamos. ¿Por qué le ponemos trabas a su ilusión creándole un estrés innecesario y no dejándoles que disfruten de esta fiesta con total libertad e ilusión, sin miedos y sin incertidumbres?

   Este mensaje no acaba aquí. Estaría absolutamente incompleto si no leyeran ustedes una breve carta a us Majestades los Reyes Magos que está colgada en la red y ahora les enlazo. Tampoco le haría justicia parafraseando en mi reflexión lo que cuenta. Y para no repetirme, por favor, léanlo y firmen si están de acuerdo:

    ¿Has sido bueno?