miércoles, 30 de noviembre de 2011

"Papacito, cógeme"




    Lo reconozco. Yo compré un carrito. Como "todos" los padres. El mejor posible. De los mejores, el mejor. Y leí sobre ello. Pero parece cierto que "cuando un tonto agarra un camino, o se acaba el camino o se acaba el tonto". Eso ocurría. A veces nos centramos tanto en algo que no somos capaces de ver más allá. Como los pobres caballos, con los ojos casi tapados para que no desvíen la mirada. A El Corte Inglés, tarjetazo y a empujar.

   Han sido los mil y pico de euros peor malgastados por sus abuelos, que se lo regalaron con mucho amor y nuestras orientaciones. Y me pueden tachar de radical, pero un carrito no hace falta para nada, salvo para llevar la compra, los chaquetones de sobra y la cantidad de estupideces que con una buena previsión dejaríamos en casa.

    Otra vez nos damos de bruces con la naturaleza. Nos caemos de boca en la candela. Tropezamos. Y es que el instinto vuelve a ser el viejo sabio que asoma a la cabeza y los corazones de los que se dejan. A los niños hay que llevarlos en brazos. Es muy simple. No hagan caso de pediatras comprados, psicólogos trasnochados, familiares y amigos que intentan hacerles ver lo contrario. No me hagan caso a mí, por supuesto. Sólo déjense llevar por el momento, por lo que les dicten sus entrañas.

    Tendemos a interpretar como malo aquello que tiene que ver con los sentimientos, porque parece que contraviene a la razón. Nada más lejos de la realidad. Identificamos lo moderno con lo mejor y radicalmente opuesto a lo tradicional, lo antiguo, lo rural y lo primitivo, que pasa a ser lo peor. Esto no tiene razón de ser. Hacemos lo que manda la masa y seguimos aborregados los dictámenes de la publicidad y lo comercial. Nos engañamos a nosotros mismos privándonos y privando a nuestros pequeños de una vida placentera y saludable por el qué dirán, por aparentar, por ostentar un poder en una jerarquía absurda. Además, lo que hacemos, lo que hacen todos, si no es lo mejor, no puede ser malo ¿no? Pues voy.

    Numerosos estudios han demostrado que llevar a los niños en el carrito, especialmente durante los primeros meses y años de vida, produce un desarrollo mermado de sus capacidades lingüísticas, motoras y espaciales. Desde que a partir de los sesenta se inventaran las sillitas o carros plegables con distintas funciones, se estila además, llevar a los niños mirando hacia delante, con lo que el contacto visual con sus padres, o quien los pasee, es menor. Incluso se ha podido medir que aumenta el ritmo cardíaco e influye en los patrones de sueño, originando más estrés y ansiedad en los bebés.

    Por si fuera poco, el aumento en el uso de minicunas y carritos hacen que el bebé pase cada vez más tiempo acostado. Cuando esto ocurre durante los primeros meses de vida, mientras el cráneo es moldeable, se corre mayor riesgo de producirle una plagiocefalia (deformación del cráneo) al bebé, y después es probable que queramos corregirle ortopédicamente con molestos cascos terapéuticos. Otras veces esto viene predeterminado por problemas en la gestación o partos instrumentales donde se han usado fórceps, ventosas y demás maniobras salvajes. Sí, han leído bien: me parecen salvajes. Pero en el sentido peyorativo del término, sin ninguna connotación positiva.

    Vemos como tribus y civilizaciones, actuales y antiguas, portan a sus bebés en la espalda, con fular, mei tai, pouch, bandoleras... (el manos libres de la no sofisticación) y muchos piensan que se trata de algo vulgar o una moda snob, hippie o barriobajera. Y son ellos los ignorantes, los que no están en la onda o como quieran decirlo.

    Confiemos en nuestro instinto. Una madre (y un padre) siente la necesidad imperiosa de coger a su hijo, arroparlo en su regazo y mimarlo. Quiere cantarle, mirarlo a los ojos, no perder su mirada, que no le roce ni el aire. Si pudiera, volvería a fundirse con él, aunque hay lazos que jamás se pueden romper y que por mucha distancia física que exista siempre estarán ahí. Pero el roce hace el cariño. El contacto y el apego son fundamentales para el desarrollo de los vínculos afectivos necesarios para una evolución plena y emocionalmente saludable. Una madre quiere sentir el calor de su hijo y darle el suyo para arroparlo. Lo necesita. Y con ello está contribuyendo precisamente a cubrir las necesidades básicas del bebé. Además, al llevar a su hijo en brazos, aunque parezca que el niño participa pasivamente de las actividades del portador, está aprendiendo el ritmo, las inflexiones del lenguaje, el comportamiento y la conversación con otras personas, el movimiento, las vistas... Algo que no percibe el niño que va tendido en el carrito. El cielo azul es precioso, las nubes pueden sugerir figuras... pero no podemos limitar las experiencias del bebé a un carrito: paraguas, capota, cielo... y de vez en cuando alguien que se asoma a ver el espectáculo.

    Cuando una madre (o un padre) coge en brazos a su bebé, esta creando un ambiente de intimidad. La oxitocina, hormona del amor, ayuda a la producción de leche materna y a cerrar el vínculo. El niño recuerda los vaivenes que tanto le gustaban mientras estuvo en el útero y alcanza el sosiego. Se siente seguro y esto le lleva a la independencia y a aumentar su autoestima. Es partícipe de la vida de sus padres y experimenta el mundo desde el balcón de los brazos de mamá y papá, sin miedos, sin sufrir el peligro de la soledad. Puede mamar a destajo y expresar sus anhelos porque mamá lo va a notar rápidamente y está ahí, pegada a él para satisfacerle.

    No puede uno más que rendirse ante lo natural cuando un bebé estira sus bracitos contento esperando a que lo cojan. El llanto de un bebé es insoportable. Remueve nuestras conciencias más primitivas, pero hay quien se hace inmune y se acostumbra escudado en falsos mitos y recomendaciones variadas. Yo al menos no puedo, pude ni podré resistirme a coger a mi hija cuando me sonríe, cuando llora, cuando viene hacia mí... En todo momento. Porque lo siento así. Quiero vivir con intensidad cada minuto. Cuando tenga 15 años estará tan inmersa en descubrir sola el mundo, conocer nuevas amistades, encontrar el amor... que no la tendré a mi lado físicamente para abrazarla a mi antojo y jugar con su inocencia. Dejando a un lado este egoísmo, y aunque no fuera así, es lo que siento. Quiero llevarla conmigo, no despegarme de ella y más que malacostumbrarla o malcriarla como dicen algunos, más que tener que pedirle que se eche abajo, es ella la que cada vez más quiere huir de nuestros brazos por sí sola con la seguridad de que sus padres SIEMPRE, de una forma incondicional, están ahí. Me gusta, me encanta pasear con su cabecita en mi hombro cuando está cansada, que venga corriendo a mis brazos con sus risa cuando me ve, que se quede dormida a pierna suelta encima de mí después de una agotadora y divertida tarde de juegos, sentir su respiración en mi cuello, ver sus cachetes colorados al lado de mi mejilla, que manche mi camisa de sus churretes... ¿Cómo me puede decir nadie que es malo que yo la abrace cuando me dice con su entrañable vocecita: -"Papacito, cógeme"?

14 comentarios:

Kiko Valle dijo...

Aunque no lo he hecho en la entrada, me apresuro a comentar que no quiero decir que los padres que no llevan a sus hijos en brazos no pueden formar vínculos afectivos ni mucho menos. La mayoría de los padres son buenos padres, pero hay comportamientos, usos y costumbres mejores o peores para los bebés y eso es lo que intento reflejar en la mayoría de los artículos. Cada cual que haga lo que quiera y opte por un tipo de crianza u otra, pero para mí y por lo que he podido informarme (a fondo en muchas cuestiones) hay actitudes y formas de hacer que contribuyen mucho mejor al desarrollo del bebé, a su felicidad y a la de las familias. Sé que suenan radicales mis discursos pero es así como lo veo.

Maria dijo...

Me ha encantado la entrada, acabo de descubrir tu blog y me quedo... :)
Yo sí que uso el carrito... como maletero. Ja. La verdad es que algunos días me viene muy bien porque mi niño pesa ya 8 kilos y si voy a echar el día por ahí, necesito un sitio en el cargar el resto de cosas, bolsos, paraguas, abrigos... que mi niño en la mochila, ea!
Te sigo, un beso!

Kiko Valle dijo...

Pues lo que decía, para la carga jeje La mía pesa ya 12.5 kg y sigue en brazos. El carro limpito y guardado. Lo que pasa es que ya casi nunca quiere ir en brazos y sale corriendo a descubrir el mundo. Gracias por comentar y quedarte!!!! Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Hola! Acabo de descubrir tu blog y me ha gustado mucho. Yo llevé a la mía encima hasta que mi espalda aguantó y con el próximo en camino pienso seguir el mismo método con fular, mei tai y lo que venga!
Un saludo!

Micaela dijo...

Totalmente de acuerdo contigo.
Yo compré el carrito con mi primer hijo y como era un bendito lo usamos y casi desde el principio durmió en su habitación en su cuna; como primerizos sigues como tontos a la "mayoría".
El segundo tuvo cólicos así que parecía que el capazo tenía alfileres,en cuanto lo metía chillaba como que lo estuvieran matando y así descubrí la mochila y el colecho.
Bendita experiencia...
Un saludo, te sigo leyendo.

Gabriela dijo...

Que excelente entrada! No sabes la alegría que da encontrar a un papi escribiendo con tanto pulso temas de crianza! Felicidades y Gracias! De seguro mucos papis (entre ellos mi marido) sentirán propias tus palabras :) Yo también me quedo!

Vero y Juanda dijo...

YO también me quedo!! y compartiré con mi esposo tu blog, creo que se sentirá identificado con tus palabras!!

laura Sánchez dijo...

me ha gustado mucho tu blog... nosotros como primerizos cometimos también el fatídico error del carrito... lo usabamos pero también es verdad que al mínimo ahhh ej niño estaba en brazos!.. y digo brazos porque no conociamos los fulares etc y el portabebe que teniamos agobiaba al niño una barbaridad , el premax, asi q brazos todo el tiempo...molida iba!!!
Gracias a mi hijo fuimos descubriendo la crianza corporal , leyendo y dejandonos llevar cada vez por lo que nos dictaba el corazón y no tanto por lo establecido convencionalmente... mi hijo está a punto de cumplir 3 años... seguimos colechando felices... no sé hasta cuando pero ni siquiera tiene cama en su habitación... asi que por lo pronto en mi cama somos 3! Yo también me quedo!

Bárbara dijo...

Nosotros tenemos carro carisimo pero heredado de una prima. Lo usamos a diario para pasear pero siempre mirando hacia nosotros (sólo de vez en cuando giramos la silla hacia fuera pero enseguida ponemos al peque hacia nosotros porque nos gusta verlo y de la otra forma es imposible) También tenemos mochila chulisima que utilizamos hasta hace poco porque el bebé pesa ya mucho y se mueve tanto que la cede! Duerme unas horas en su cuna pero cuando se despierta lo traemos a la cama y ya se queda con nosotros. Además a mi me viene mucho mejor pues sigo dándole pecho. Lo que no noto es que mi hijo no llora apenas. Lo notamos sobre todo porque nuestros vecinos tienen un bebé 8 meses mayor que el nuestro (que va a cumplir un año dentro de 10 días) y se pasa todo el día llorando. Nos da tanta pena! En casa mi niño está prácticamente siempre en brazos, y cuando paseamos aunque salimos con el cochecito, cuando se cansa de ir sentado lo llevamos en brazos. Mi hijo es absolutamente feliz! Y qué voy a decir de nosotros sus padres. Desde el primer momento que estuvimos juntos los tres mi marido y yo (que discutimos por tantas cosas) estuvimos totalmente de acuerdo en no consentir dejar al niño llorar "porque si no se acostumbra a los brazos o nos toma el pelo"... Que estupideces se pueden oír! Creo que si o obligaran a dejar llorar a mi hijo y me prohibieran cogerlo me volvería loca!

Kiko Valle dijo...

Accidentalmente.com, es un lujo llevar a tus hijos encima. A pesar de los kilos de más, como bien sabes por tu experiencia. Eso que se pierden muchos. Y gracias por entrar.

Micaela, tu descubrimiento, seguro que te ha hecho más feliz a ti y a tu hijo, que es lo importante. Me alegro. Gracias por entrar en mi blog y comentar.

Gabriela, es estupendo que haya más padres que se "solidaricen" con la causa. La crianza natural también es de papás. los niños no son "cosa de mujeres", como al menos por aquí se suele decir. Me parece genial que te guste y que te quedes. gracias.

Laura, el instinto es sabio. Y casi siempre, si sabemos escucharlo, nos guía por el camino adecuado. otra cosa es que se confunda con lo aprendido y lo que para muchos es lo normal. desgraciadamente ocurre, para mal de hijos y padres. Pero me encanta que haya gente (cada vez más) que entiendan así la maternidad y la paternidad. Enhorabuena y gracias por pasarte por aquí.

Bárbara. estas cosas de las que hablo, aparte de ponerlas en práctica por el bien de mi hija, las hago porque es lo que siento y lo que nos hace feliz, por lo mismo que tú coges en brazos, metes al niño en la cama... Y es precioso que poco a poco se conciencia la gente de una vuelta a lo natural. Más que vuelta es desenpolvarla, porque siempre está ahí.

Gracias a todas por pasar y comentar mies entradas. Un abrazo

Lara dijo...

¡Hola! Qué bonita historia y qué bien contada :) Oye, nos gustaría publicarte la historia en el blog de Red Canguro, en el apartado de vivencias "cómo llegué a ser papá canguro", ¿te animarías?

Kiko Valle dijo...

Lara, por supuesto que sí. Es un auténtico placer para mí que cites mi entrada, la copies o reproduzcas. Tienes mi autorización expresa y escrita (por aquí y por mail), pero me gustaría que citaras la autoría y el blog, si no es inconveniente.

Saludos y gracias.

Meri dijo...

Yo tambiem me arrepiento de haber gastado un pastón en un cochecito-silla ultimo modelo. cuanto mi peque (hoy cumplio 30meses) tenia1mes mis amigas me hicieron el mejor regalo una manduca, tarde en usarla por mi inseguridad, luego compre un fular pero no lo usamos casi nada. estoy tan orgullosa de la manduca que tuvimos la suerte de salir en el video de red canguro, la siesta del bebe. y si algun dia podemos tener otro bebe le compraré a Nohemi Hervada un fular elastico, el mio no lo es y practicare con el spideman de antón durante todo el embarazo

Kiko Valle dijo...

Nosotros también compramos una manduca pero al estar gorditos (nosotros, no la niña jejeje) no nos venía bien y la vendimos. Usamos otro portabebés que sí se adaptaba bien y al final iba más en brazos que en el portabebés. Si tengo otro, también tengo claro que usaría fular.

Saludos

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