viernes, 13 de enero de 2012

Descubrir el útero paterno



 


    Parafraseando el título en español de la película de los hermanos Coen y copiando vilmente el de un blog de mi amiga Laura Mascaró, cada día pienso más en que "No es país para niños". ¿Y qué tendrá que ver esto con lo que encabeza la entrada? Dadme tiempo, por favor.

    Vemos el mundo desde la comodidad del metro setenta, sin flexionar las rodillas, sin tirarnos al suelo, midiendo con el rasero de un enfoque adultocéntrico, sin respetar lo que hay debajo, lo que va viniendo, lo que crece, nuestra sociedad del mañana: los niños. Necesitamos el abuso de poder, oprimir, humillar y castigar porque es lo que nos han enseñado (lo fácil) y lo que vemos a diario. Es curioso que la realización personal  se centra casi siempre en tener un empleo, en cumplir normas y recibir el premio a final de mes. Malvivimos para trabajar y nuestra reputación profesional es a veces la que más nos importa. Parece que se ha impuesto el "eres lo que trabajas" o peor aún "eres lo que ganas". Nos empeñamos en consolidar nuestra carrera. Nos formamos con ahínco, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a enriquecer a los "superiores", se nos llena la cara de dientes cuando vemos el ascenso en nuestra tarjeta de visita: "María Malatesta. Director Comercial"; y hasta se perdona lo de "Director" en vez de "Directora" si hace falta porque "ya se sabe": la mujer tiene las mismas capacidades, es igualmente valiosa. Y lo demás son tonterías: cosas de la lengua.

    Permítanme decirles que creo que todo esto es culpa de la sociedad patriarcal en la que vivimos. Y el patriarca es un padre, no una madre. No tiene útero ni tetas. El machismo de antaño es peligroso. El de hoy también, pero urge más un movimiento matriarcal que el feminista, que se está quedando anclado en lo de concejal y concejala en vez de darse cuenta de lo que ocurre delante de sus narices. El mundo no se arregla equiparando el número de diputados y diputadas basándose en la igualdad. ¿Qué coño igualdad, si es que no somos iguales? Está bien que tengamos las mismas oportunidades, derechos, valía, sueldos... pero si tú, mujer, te quedas conforme con esto, arreglados vamos. Sé que es mucho, después de la discriminación histórica de la mujer y de ver cómo cada año siguen saliendo los recuentos de mujeres muertas a manos de sus parejas (hombres). Pero la cosa no queda ahí.

    Estoy plenamente convencido de que el mundo sería muy distinto si gobernaran las mujeres. Más aún si no hubiera gobierno. Maravilloso si nuestra sociedad se tornara en una sociedad matriarcal. Una vuelta a lo natural y ecológico es necesariamente una vuelta a la madre.

    Si nos arrodillamos a la altura de los ojos de nuestros hijos quizás entendamos el sentido de sus pataletas y aflore nuestro amor incondicional. Si respetáramos sus tiempos y detuviéramos el reloj laboral, quizás todo parezca más fácil. Si dejáramos de humillar y castigar a los niños, poniéndonos en su pellejo, sabríamos qué clase de personas somos, la que no queremos ser y cómo mejorarlo, dejando a un lado prejuicios y críticas de vecindonas y vecindones. Y a lo mejor hasta cambiamos la relaciones en el entorno de trabajo con el tiempo. Puede que curremos lo justo para vivir y disfrutar de la familia. Nuestra meta sería dedicar el tiempo a los seres amados y no habría carrera profesional que se antepusiese a la de ser hijo, hermano, padre... persona. Así enriqueceríamos a quien nos enriquece con sus caricias y sonreiríamos ante una tarjeta de visita donde figurara: "María Malatesta. Madre" ¿No es suficiente?

    En una sociedad matriarcal alejada de la buena prensa actual de la crianza conductista, el qué dirán y las malas lenguas, el niño no crece con las semillas de la violencia. No hay machismo donde hay madre, no hay golpes en el regazo de mamá, no hay frío en el útero materno, no hay opresión ni peligro si hay teta que chupar...

    Hay más igualdad permitiendo a una madre cuidar de sus hijos los años que necesite que con el acceso al mundo laboral en las mismas condiciones que el hombre. Hay más igualdad dejando optar a una mujer si quiere abandonar su carrera profesional para dedicarse en exclusiva a ser MADRE en vez de ser médica, por ejemplo. Hay menos discriminación normalizando el hábito de llevar los niños a trabajar a cuestas y mamando en un fular si así se decide que posibilitando la delegación del cuidado de tus hijos por terceras personas o lo que es peor: el Estado ¿? Hay más conciliación de la vida laboral y familiar eliminando las guarderías y dándole tiempo a los padres para que ejerzan de padres que gastándose millones de euros en subvencionar una "educación" de 0 a 6 años. Hay más respeto olvidándonos del feminismo en decadencia y apostando por una sociedad de madres, en definitiva.

    Así que a barrer el suelo que pisamos para limpiar conciencias. Los hombres vamos a bajarnos del burro y para arrimar el hombro y que se pueda vivir bien, dejemos de tocarnos los cojones mirando desde arriba y sentémonos en el suelo para pensar con el corazón y con el fin de unirnos más aún a las madres y nuestros hijos en la difícil tarea de crear y procrear para todos un mundo mejor, ahora, refresquémonos las ideas y nos vamos a descubrir el útero paterno.